lunes, 20 de septiembre de 2010

¿Y ahora? (O la resaca del bicentenario...)

Yo que sólo escribí de la maquila
y la oferta y demanda que nos rige,
doy a torcer mi pluma que transige
y que a López Velarde se fusila
con hojas de papel por paredones,
para hablar de políticos cabrones.
Pedro Miguel.
Ya estuvo suave, Patria.


Para muchos (yo incluido) los festejos del bicentenario fueron, a fin de cuentas y entre tantas otras cosas, una maniobra más de nuestra nunca bien ponderada clase política regente ---que no gobernante--- para desarticular cualquier aspiración presidencial por parte del C. Secretario de Educación, Alonso José Ricardo Lujambio Irazábal, dada la premura con que fue puesta la organización de los mismos bajo la batuta de éste y que antes estaba bajo la (desatinada por decir lo menos) conducción de la Secretaría de Gobernación.


Para muchos (yo incluido) los festejos del bicentenario tuvieron ese aspecto del que no podían carecer para jactarse de su carácter nacional, lo cual va aparejado con lo anterior y presiento que despertará una sonrisa maliciosa en más de uno; i.e., nos dejaron (¡a mí por lo menos!) con la sensación de haber sido organizados a última hora, con la impronta característica del a'í se va que ha delineado los rasgos de una nación y que no podía faltar en tan singular momento...

"Sé igual y fiel; pupilas de abandono[...]",

concentrados más en la forma que en el fondo ---lo cual, dicho sea de paso, es de nuevo fondo a propósito de cómo abordamos la forma de nuestros contenidos--- y que, esencialmente, no aportó nada nuevo al inveterado ritual del Grito de lo que cualquier otro año bien pudo patrocinar la bonanza económica de los excedentes petroleros o las remesas por exportación de mano de obra hacia los Estados Unidos...

¡Eso sí, todo debidamente acompañado por algún creativo extranjero y new age ávido de su parte en tan suntuoso botín!,

porque esta resaca terrible que nos acompaña (¡a mí por lo menos!), no con sus manos tiznadas de pólvora, pabellones llenos de matraca, confeti o espantasuegras, ni aquélla que aminora poco a poco el bálsamo increíble del cacahuacintle recalentado, se resume en saber qué razones van a esgrimir ahora contra la insatisfacción de todos aquellos que, independientemente de que hayan celebrado o no, se preguntan: Bueno, y después del bicentenario...


¿qué?
(¿Nos dirán de nuevo que es mezquino hacerse estas preguntas?)

No hay comentarios: