jueves, 31 de diciembre de 2009

¿Qué nos espera el año que entra?

Para abrir boca y como ya es de todos sabido, subirán los impuestos locales (predial, agua y sobre nóminas), los precios de la tortilla, las gasolinas y el gasóleo (la RAE distingue entre el combustible mencionado y el motor diésel que lo utiliza), así como la tarifa del metro; de modo que no sería extraño que las presiones inflacionarias desbordaran la jactanciosa contención gubernamental y, finalmente, se añadiera otro milagro a la crisis financiera imperante.


Seguiremos esperando una campaña de vacunación universal contra la influenza AH1N1, que disocie el derecho a la salud de la capacidad económica privilegiada de unos pocos; porque a pesar de que el brote se originó aquí, hasta el momento sólo unas pocas vacunas se han aplicado al personal sanitario con mayor riesgo de contagio. ¿Qué es lo que subyace tras este problema? No es el sistema de salud en su conjunto (deficiente o no), es un profundo desprecio por parte de la clase política regente hacia los menos favorecidos, que son vistos como un residuo despreciable de nuestra zoociedad.


A todo lo anterior se suman el desempleo y la maliciosa complacencia por parte del Gobierno hacia un fenómeno curioso que quizá valga la pena detallar: ante la creciente cantidad de desempleados que engrosan día con día el comercio informal, buena parte de aquellos bienaventurados que conservaron sus empleos disciernen en este hecho una especie de selección natural que exime a nuestras autoridades de cualquier responsabilidad en el desarrollo económico del país y que haría palidecer de regocijo a Adam Smith y su mano invisible ---sólo los más sagaces descubrirán en este hecho repercusiones del descrédito en que se ha sumido la izquierda mexicana.


Y naturalmente, falta aunar el papel que desempeñará nuestra Selección en Sudáfrica y las canas que hará brotar en más de uno, la inmovilidad que se avecina ante las elecciones del 2012 y su consabida caterva de candidatos que desfilarán por esta muy noble y leal y por sus bajos fondos, los jaloneos, descalificaciones y alianzas apoyadas en el amiguismo y el compadrazgo; las temidísimas incursiones de la Maestra ---más mortífera que la influenza y contra la cual no hay vacuna, sino la muerte---, los desplantes de Juanito, la jerarquía católica metiendo su cuchara donde no la llaman, la inseguridad rampante y la proximidad imperceptible de la muerte súbita a manos de la delicuencia (la gubernamental y la otra, dicha organizada), el tráfico y las aglomeraciones en nuestro indigno transporte público, la ignorancia de propios y extraños, así como las producciones "originales" de las dos televisoras ---¡valga el pleonasmo!---, el cambio climático, las filas en todas partes, etc., etc., etc....


¡Vaya forma de celebrar el Bicentenario de la Indepencia y el Centenario de la Revolución!
(Carajo).
* * *

martes, 29 de diciembre de 2009

La última de Juanito.

Tal parece que en la anatomía de la desigualdad y su tráfico furtivo de privilegios, la fama y el reconocimiento públicos ocupan un lugar preponderante por la manera tan clara en que patentizan su capacidad motriz al interior de nuestra anquilosada zoociedad. Prueba de ello lo constituye el último desplante de Juanito, alias Rafael Acosta, que enfundado en un flamante chaleco antibalas ---toda vez que no han cesado las amenazas de muerte en su contra--- y consciente de que se le sigue una averiguación previa por el delito de falsificación de documentos, protestó frente a las oficinas del noqueador y candidateable, Marcelo Kid Ebrard, por el aumento de 50% en la tarifa de nuestro bienquisto Sistema de Transporte Colectivo Metro y su repercusión en nuestra batida clase trabajadora.


Más aún, Juanito acusa la tanda de sopapos por parte del Kid para que Clarita Brugada pudiese quedar a la cabeza de la delegación en disputa, Iztapalapa, y sus 2 994 095 000 del águila de presupuesto para el 2010; se dice amenazado y violentado de modo que, dado que la gente de la susodicha demarcación

"votó por mí, al que quieren es a Juanito",


interpondrá un amparo con miras a regresar ---sí, ¡una vez más!--- a la jefatura de la delegación de marras y, refrendando sus dotes vaticinadoras, auguró que esto ocurrirá a más tardar el 20 de enero del año próximo.

Al parecer lo más difícil no es entrar a la palestra ni la lid que se libra dentro de ella, sino abandonarla.

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(Con información de la nota aparecida en http://www.eluniversal.com.mx/notas/648540.html y foto de Luis García para el mismo diario).

viernes, 25 de diciembre de 2009

Se nos está yendo el tren.

Hay, entre todas tus memorias, una
que se ha perdido irreparablemente;
no te verán bajar a aquella fuente
ni el blanco sol ni la amarilla luna.
J.L. Borges, Límites.
Me imagino que muchos pensarán que es una metáfora de la vida (como todo aquello que completa un ciclo, ubicándose al final en la misma posición en la que comenzó); pero más que una metáfora, me gusta pensarla como una reducción ---en la connotación pictórica del término---, que por sus dimensiones mismas y lo disminuido de nuestros sentidos, pasamos por alto hasta que la inercia de lo cotidiano nos sitúa más allá de cualquier posibilidad de percepción.

La decoración veleidosa y aun churrigueresca como reflejo de nuestro gusto o falta de él, los regalos anhelados y envueltos con amoroso cuidado, la cena preparada con esmero, el árbol, el nacimiento al pie del mismo, la instantánea con Santaclós en la Alameda; todo marcha hoy, veinticinco de diciembre, al cajón donde se deposita lo usual, florece el tedio y, finalmente, reina el olvido...

...Pero nosotros mismos no seremos la excepción.