jueves, 17 de julio de 2008

Naturalmente la lluvia.

Lluvia .... tus besos fríos como la lluvia
Lluvia... que gota a gota fueron enfriando
Lluvia... mi ardiente deseo y mi piel
[...]
Palabras inmortales del igualmente inmortal Eddie Santiago.
Ningún fenómeno meteorológico es tan evocativo, líricamente hablando, como la lluvia ---los rumores sobre una horda de bardos que, víctimas de un arranque poético, fueron devorados por un tornado en Nebraska, EEUU, mientras salmodiaban eufóricamente a éste, nunca fueron confirmados--- y los rehenes de la muy noble y leal Cd. de México sabemos que ésta se transforma sustancialmente apenas cae la primera gota de la temporada pluvial.
El tránsito indefectiblemente se trastorna y esto afecta a todos, absolutamente todos los usuarios de las vialidades en esta ciudad, sin importar marca, modelo o capacidad del vehículo. Lo mismo chafiretes que motociclistas, conductores particulares o microbuseros, la lluvia contribuye a una distribución más equitativa de la desgracia entre los habitantes del valle de Anáuac.
(Y si usted piensa que las cosas son más fáciles para el que viaja en metro, se equivoca: encima de los consabidos tumultos y las compilaciones musicales que no dejan a Ace of Base, ni a Inner Circle ---mucho menos a Víctor Iturbe el Pirulí--- gozar del reposo que conlleva el olvido, uno tiene que soportar el que insulten su inteligencia mediante una voz parda que quiebra el mutismo frágil en la atmósfera del convoy para informarnos que debido a la lluvia, la marcha será lenta... ¡Y yo que creía que el/la conductor(a) planeaba regocijarse ---¿o acaso refocilarse?--- en la contemplación húmeda de San Antonio Abad hasta Taxqueña! ¡Carajo!)
Ahora que si uno va a pie y, no del todo improbable, sin paraguas o, en su defecto, sin los 10 pesitos que cuestan los paraguas chinos virtualmente desechables apenas entran en contacto con el agua y que proliferan de forma inversamente proporcional a la intensidad del meteoro; guarecerse, de ningún modo garantiza la sequedad de la persona ---y digo la persona, toda vez que luego se sienten unos truenos que lo hacen a uno cagarse del susto--- o lo incólume del maquillaje ---ya sea uno hombre o mujer en estos tiempos que corren y en los que se multiplican los emos, así como los novios metrosexuales, fanáticos del bótox---, toda vez que los comerciantes aprovechan, apenas escampa o aligera perceptiblemente la intensidad de fenómeno ---y quiero decir la lluvia, no las tribus urbanas ni la metrosexualidad, mucho menos la anarcumbia---, para desaguar sus plásticos: ¡Aaaaaaaaagua vaaaaaaaaaaaa!

5 comentarios:

Alegría Bulliciosa dijo...

Excelente narración mi corazón, bastante apegada a lo que cada habitante de esta ciudad padece en temporada de lluvias.
Besos.
La Chata.

el charo dijo...

...y a lo que segurro[sic à la Frankie Ruiz] han vivido de viva voz vosotros y vuestros conciudadanos.

Que por cierto, de la cita que pones al principio... me sonó tan familiar que me sorprendió; luego leí a quién estaba atribuida y entonces me dio risa el que en efecto supiera la letra, la canción y el intérprete.

quique ruiz dijo...

Ta difícil de escoger alguna de las opciones del sondeo, es que me costaría trabajo decir exactamente cuál es el mayor atractivo de la Cd. de México. La analogía que se me ocurre es la de ubicación de la conciencia en el cerebro; no está situada en cierta región de la corteza cerebral, sino que es más bien el resultado de varias funciones... El atractivo no lo ubicaría en un lugar de la Cd. de México; es como el resultado de todo lo que sucede en ella. Híjole, no sé, difícil de explicar.

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

en cuanto al sondeo. lo que hice fue imaginar a la Cd de México sin cada una de las opciones listadas. algunas ni sé qué son. el centro histórico contiene a muchas de las opciones. pero sobretodo, no pude imaginarme a mi misma amando al DF sin que estuviera ese centro, viejo y misterioso, de miedo y de placeres, de visiones inesperadas y gente inclasificable. a mí el centro me llama. y me enciende.