miércoles, 9 de enero de 2008

Estaba un día la Caperucita navegando en Internet...

1. La modernidad.


Una de las cosas que más me molestaban en las postrimerías del siglo pasado era el abuso de la palabra modernidad: en un arrebato de radicalidad que hubiera enviado el mismísimo Rimbaud ---por aquello de il faut être absolument moderne---, ciertas esferas de la zoociedad mexicana decidieron que debía enarbolarse la modernidad a ultranza y esgrimirla como la panacea histórica ante tantos y tantos años de desperdicio en este país: ¿cuál podría ser el único remedio ante políticas económicas absurdas y planes de desarrollo pésimamente implementados? Más aún en un momento en el que el tristemente célebre gobierno del cambio había optado por hacer tabula rasa de la herencia priísta y, en un movimiento característico de la mesiánica clase política mexicana ---encarnada como nadie en la figura funambulesca de Vicente Fox---, buscar un arquetipo ideológico que no sólo trascendiera aquél del régimen anterior (la consabida Revolución inagotable) sino que nos refrendara la promesa (¿o la ilusión?) de que el nuevo régimen estaba libre de las taras de sus antecesores.


De la noche a la mañana, la modernidad inundó los escaparates y pocos renglones resintieron más su embate que la educación. Era como si el sector más indicado para alzar la voz y denunciar a los falsos profetas de la modernidad, evidenciara su debilidad y flaqueza, crónicas de algún tiempo a esta parte, sucumbiendo a políticas absurdas ---tanto públicas como privadas--- que se regocijaban exaltándose a sí mismas: ¡la enciclomedia, la biblioteca Vasconcelos, el "redondeo"! Aquellos que denunciamos públicamente que Internet era mala maestra y que los niños no necesitaban computadoras ---mucho menos clases de inglés---, sino mejorar su comprensión de lectura y elevar su desempeño básico en matemáticas, fuimos vistos como heces del antiguo régimen, sabandijas que lo único que anhelábamos era ver caer al nuevo prócer, al campeón que encapsulaba las esperanzas de (casi) todos los mexicanos.

Naturalmente ahora nos preguntamos: ¿adónde fue a parar la dichosa modernidad?

Si alguien la ve, dígale por favor que necesitamos nuevamente de ella (o de alguno de sus semejantes) por exactamente las mismas razones que hace siete años.



2. El terrorismo.

Otro fenómeno ---simétricamente similar al anterior--- ocurrió con el terrorismo. Los primeros años del nuevo milenio se vieron empapados con esta palabra, gracias a que la zoociedad más teledirigida del planeta, aquélla que nos muestra cómo el homo sapiens abandona la razón para convertirse en el homo videns, emprendió una batalla global ---y que a muchos nos recordó los últimos párrafos de Cyrano de Bergerac en los que, delirante, éste lucha contra enemigos invisibles antes de morir---, en contra de todo aquello que fuera siquiera sospechoso de apoyar o simpatizar con el terrorismo y como respuesta natural a los ataques del 11 de septiembre contra lo que era, a lo más, la mejor vista del bajo Manhattan.

(Espero que el párrafo anterior no nos coloque en el índice de la CIA).


La campaña de Bush logró, entre otras cosas, convencer a buena parte de los Estamos Hundidos y a aquellos que se afanan por copiar sus patrones de vida, de que el mundo era un lugar terriblemente inseguro para ellos, que prácticamente todas las demás naciones envidiaban el american way of life y que aquellos que nos atrevíamos a acusarlo como una forma impersonal y consumista de despilfarrar la existencia, éramos unos ardidos, jijos de Fidel Castro y Osama, casi-casi unos pinches jodidos y desharrapados para los cuales nunca se abrirían las puertas de los cielos y estaríamos condenados a permanecer d'este lado del muro, en la tierra de las devaluaciones, el sarape y las tortas 'hogadas ¡'í 'eñor!

Sin embargo, la situación real en el mundo no ha mejorado en lo más mínimo, dado que Washington anda tan limitado de mientes que nunca ha encaminado sus esfuerzos a lograr que la percepción generalizada que se tiene de los ciudadanos del vecino país del norte cambie. Es claro que esto juega únicamente en detrimento de la forma en que los gringos experimentan el mundo y que mientras dicha situación no se modifique, podemos agregar una sicopatía más al ya de por sí nutrido muestrario de las que caracterizan la vida en EEUU.

Desafortunadamente todo esto repercute en otros habitantes del planeta y, dado que el Señor actúa de misteriosas maneras, para muestra basta un botón: ¿qué le ocurrió a la Caperucita mientras se encontraba el otro día navegando en Internet? Pues que el sistema operativo de su nueva computadora portátil sacrificó ---por no llegar al término justo y decir que inmoló en descomunal hecatombe--- la rapidez del procesador en aras de la seguridad. Por si esto no fuera poco, una vez que la dulce nena se deshizo del sistema operativo Windows Vista y regresó con su antecesor XP, ¡resultó que la última versión del navegador, que tan diligentemente se encargó el sistema operativo de descargar e instalar, se la pasa recordándole que hasta la página web del chocolate "Abuelita" posee un certificado emitido por una corporación en la que no ha depositado su confianza (¿!) y que el explorador le recomienda (¿¿!!) no dirigirse allí!

(¡Quietos cabrones! Ya sé que uno puede deshacerse "tranquilamente" de todo lo que huela a Windows y pasarse buena parte de la vida cazando plug-ins para correr las aplicaciones que a uno se le hinche el güevo; pero aquí estamos hablando de que Caperucita quiere pasarse la mayor parte del tiempo T-R-A-B-A-J-A-N-D-O y no quiere volverse, ni remotamente, una experta en ingeniería de software: ¿por qué algunos parecen estar peleados con la eficiencia? Uno debería ser capaz de conseguir una compu, instalar lo que uno deba instalar y ¡a la fruta!, ¡a trabajar y ya!)

A todo esto, y para concluir con una pregunta natural, en esta historia ¿quién es el Lobo Feroz?

1 comentario:

Enigma dijo...

Que tiempos aquellos en los que sonreíamos y éramos felices el presidente de EEUU aun sonaba con la guerra de las galaxias y, el cobol así como Basic eran la onda.

Que devuelvan las entradas, quiero mi windows 3.x en la compu, claro, segunda versión para que identifique mis 4gb de ram en la PC sino, ¿que chiste?

Y respondiendo la pregunta "quien seria el lobo" seguramente mas de alguno pensara en mencionar al multimillonario Gates pero me parece mas justo decir que es el programador en jefe de aquel malware que busca sacarle el pass a caperucita y así hacerse pasar por ella en algún correo electrónico para que la abuela suelte el nip bancario y vaciarle la cuenta echándole la culpa a la mocosa que rojo no tiene ni la lencera que porta.

Un abrazo bro