martes, 29 de septiembre de 2009

Nunca empeñes tu palabra en los quehaceres de la clase política (o ¿por qué se va Juanito si esto apenas empieza?)

Justo ayer preconizaba las virtudes funambulescas del espectáculo que se anunciaba en la arena política del Distrito Federal, particularmente en la sucursal de Iztapalapa, y cuyo protagonista, a fuer de ser campeón innegable del equívoco, dínamo de las pasiones, antihéroe del carisma y representante de una mayoría silenciosa cuya simple existencia muchos rehenes de esta muy noble y leal, inadvertida o, peor aún, voluntariamente ignoran para no turbar al pacífico cacique que todos llevamos dentro; prometía un número que paliaría todos los amargores habidos y por haber y lo investiría de la dudosa dignidad que ocupan en el fabulario colectivo personajes de la altura de Agustín de Víctor Iturbide (el Pirulide), el picosísimo xalapeño Marc Anthony López de Santa Anna, el infausto Luis Echeverría Cálvarez o el a todas luces inefable Jolopo.










Ahora resulta que dice mi mamá que siempre no: después de aferrarse denodadamente al hueso que significa ser jefe delegacional, combatir a AMLO mediante el desconocimiento de su cargo incognoscible como "presidente legítimo" ---¡anatema, anatema!, exclamarán algunos--- y dedicarle un requiescat a Clara Brugada; ayer, después de una reunión a puerta cerrada de tan sólo 47 minutos con el gran noqueador del Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Kid Ebrard ---que, dicho sea de paso, nos pide que ya no lo llamemos Carnal: la proximidad con AMLO se disuelve proporcionalmente con la proximidad del 2012---; Juanito, alias Rafael Sánchez Acosta, dijo sentirse "enfermo" (recuérdese que según información proporcionada por él mismo, Rafita ya sobrevivió a dos infartos y estando en la polaca ¡quién no!), rechazó cualesquiera presiones por parte del gobierno capitalino y afirmó categórico que después de rendir protesta el 1 de octubre al cargo para el que fue electo, pedirá ipso facto licencia por 59 días para que su flamante directora jurídica y de gobierno (léase Clara Brugada que volvió de la tumba al ritmo de Thriller) pueda, finalmente, acceder a la jefatura de Iztapalapa.


(Naturalmente queda preguntarse qué tan intensas habrán estado las manitas de puerco que deben haberse hecho Juanito y Kid Ebrard en el edificio del GDF, que aquél no aguantó ni una hora y salió mansito, mansito como un corderito degollado).


¿El premio de consolación? Las direcciones territoriales iztapalapeñas de Ermita Zaragoza, Centro y Aculco; así como dos direcciones generales que el otrora inamovible Juanito tendrá el beneplácito de elegir con su equipo (¿de expertos como el de Ana Guevara?) Así las cosas, nos quedan únicamente hoy y mañana para que Juanito nos deleite con sus marometas y calambures y ¡claro!, la cosquilla morbosa de saber el 1 de octubre si todo lo antedicho en verdad ocurrirá.

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