lunes, 27 de abril de 2009

Digamos ¡salud! (o a propósito del Apocalipsis que viene).

Sí, justo cuando el secretario de Salud Córdova Villalobos anunciaba que la suspensión escolar se extendía a toda la república, la tierra empezó a temblar.

Parecería que Alguien nomás no quiere al titular del Ejecutivo o, de plano, se está ensañando con la muy noble y leal. ¿Se imaginan cómo cayó en el ánimo de nos, los capitalinos, un sismo que parecía hacer eco de las malas noticias? ¡Y encima anunciaron (que no en la rueda de prensa del secretario Córdova) que mañana no habrá servicio en el templo de Sn. Hipólito (patrón de esta ciudad) desde el que despacha Sn. Judas Tadeo ---y cerca del cual, dicho sea de paso, se encontraba la impávida picota---!


(Para que vean que no exagero, el otrora huésped distinguido de la iglesia de la Santísima Trinidad ---magnífico ejemplo del barroco mexicano ubicado en la calle de Moneda y cuyo desnivel inusitado sorprende y maravilla a locales y visitantes por igual---, el Cristo cuya advocación es Señor de la Salud, ocupó nuevamente un altar (el llamado del Perdón) al interior de la catedral metropolitana y permanecerá allí, de acuerdo con lo dicho por el presbítero de ésta, "hasta que se supere la alerta médica", después de no ser expuesto a la veneración pública ¡por la friolera de 318 años! La última vez que la cd. de los palacios requirió de su intercesión fue durante una epidemia de viruela en 1691; sólo que en aquélla el lugar que ocupó dicho Cristo fue el altar principal y la potencia de su acción no alcanzó a librar de los disturbios del año siguiente a la capital de la Nueva España).

¡Chale! A ver si no me acusan de ese otro mal epidémico en nuestro país, la latría.

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